Un empinado sendero lateral conduce al Valle de Lago, en el corazón del Parque Natural de Somiedo. Allí nos reunimos con Leo, del centro ecuestre Chugarín. Acompañados de seis turistas de León nos ponemos en camino, Leo propone ir a Brañas de Sousas, un prado de montaña. Cuando alcanzamos un paso, volvemos la vista atrás y nos asombramos ante la dramática ubicación del Valle de Lago, enmarcado entre empinadas montañas calizas. En Brañas de Sousas descansamos. Al cabo de un rato regresamos al trote.
Poco menos de una semana después salimos con el guía Pedro en las cercanías de Ribadesella. Después de montar durante una hora decidimos ir en dirección al mar. Sólo son 20 kilómetros, pero Pedro no conoce el camino. Al cabo de tres horas, después de desmontar y montar de nuevo numerosas empalizadas y cercas eléctricas, oímos el mar. Pero nos topamos con una valla de madera maciza. Atamos los caballos y caminamos a la playa. Por la noche me entero de que había forma de evitar esos arañazos en los brazos y la cara. Una ancha pista conduce de la Montaña Mágica al mar.
Después de varios días en la costa, las montañas vuelven a ejercer su atracción. Por teléfono reservamos una excursión en el Centro Ecuestre de Araville, en el pueblo de Viñón, después nos ponemos en marcha. Los caballos parecen disfrutar, el Sol nos acompaña. El tiempo pasa volando. Cuando las sombras empiezan a crecer, nos detenemos cerca de un arroyo. Perezosos nos estiramos bajo el sol de media tarde. Por un momento el sol desaparece al sobrevolar a poca altura un grupo de buitres. Es hora de regresar.
